Lío

viernes, 20 de febrero de 2015


Rasguños, ronroneos, mordidas, juegos, sueño, leche, miradas, saltos; son unas de las pocas cosas que hace una especie majestuosa que apareció hace 60 millones de años, los cuales se creen fueron domesticados en Egipto convirtiéndose en un animal no solo de compañía y caza si no también adoración. 

Todo comenzó con la aparición de la diosa Bastet símbolo de la fecundidad y belleza con una cabeza de gato; dado que la diosa simbolizaba la luz el calor y la energía solar las leyes del faraón impusieron reglas muy estrictas a favor de estos felinos, Se cuenta que un dignatario romano que mató accidentalmente a un gato fue linchado por la población a pesar de la petición de calma del faraón, deseoso sobre todo de que Roma no interviniese en su territorio. El culto se transmitía padre a hijo, tanto fue su adoración que el año 525 a.C , cuando los persas asediaban Pelusio en vano. Cambises II tuvo entonces la idea de atar gatos en los escudos de los 600 soldados. Los egipcios no se atrevieron a contraatacar por miedo a herir a los gatos, por lo que la ciudad cayó en manos del invasor persa. Llegar a querer a un animal es una cosa, pero adorarlo hasta tal punto de condenar a la pena de muerte por matar a un felino, eso sobrepasa los limites. Que difíciles tiempos que se vivía en la antigüedad, pero a pesar de las cosas malas, los egipcios tenían sus dias buenos. 

Bien, sigamos con el tema de Lio:

A pesar de las cicatrices de rasguños en mis piernas, en las de mi hermana, pelo de gato en el sillón, todo tiene su encanto esa pequeña magia que te hace sonreír, es terriblemente molestoso pero lo queremos, duerme todo el tiempo pero; eso es lo que hacen los gatos ¿o nó? para el nuestro sillón es su vida, nuestros pequeños perros sus juguete o... tal vez el de ellos, en fin, las cosas aquí se complementan una a la otra, o quizá solo queremos verlo así porque de otra manera solo nos amargaríamos la vida. Es el cuarto gato que hemos tenido, sus ojos azules, sus orejas y su cola negra todo de el lo hace divertido, juguetón, majestuoso pero... un miembro mas de la familia. 



Para todos a los que a veces tener un gato les da lo mismo, me atrevo a decir que tener un gato y apreciarlo es muy gratificante, pero tener uno y no hacerlo a la larga terminamos lamentandolo. Porque dicen que se llega a querer mas las cosas cuando ya no se las tiene.